- Un recorrido por el corazón cultural de las Altas Montañas veracruzanas.
Xalapa, Ver., miércoles 14 de mayo de 2025.- Enclavada a los pies del Citlaltépetl, a tan solo dos horas del puerto de Veracruz, la ciudad de Orizaba guarda en sus calles una historia que se remonta a los tiempos prehispánicos, cuando los pueblos nahuas y totonacas consideraban estas tierras un lugar sagrado.
El nombre Ahuilizapan, que significa lugar de aguas alegres, refleja la cosmovisión indígena que veneraba el agua como origen de vida y canal de comunicación espiritual.
Con la llegada del periodo virreinal, Orizaba se convirtió en un importante punto comercial y cultural, floreciendo como una ciudad de intercambio entre la costa y el altiplano, cuyo legado puede apreciarse hoy en su arquitectura, tradiciones y espacios que narran siglos de historia.
Comienza recorriendo el Centro Histórico, declarado Zona de Monumentos, donde se erige la Catedral de San Miguel Arcángel, de estilo neoclásico, que cada 29 de septiembre se engalana con tapetes de aserrín multicolor durante la celebración patronal.
A pocos pasos de ahí visita el Palacio de Hierro, una joya arquitectónica diseñada en Bélgica y ensamblada en México a finales del siglo XIX.
Sube al cerro del Borrego mediante el teleférico y disfruta las increíbles vistas panorámicas del valle, para después recorrer el sitio donde tuvo lugar la batalla de 1862.
Disfruta en familia de los museos de Arte del Estado y de Cri-Cri, dedicado al célebre compositor Francisco Gabilondo Soler, originario de esta ciudad.
Continúa en el Paseo del río Orizaba, un espacio ideal para caminar junto al cauce del agua, escuchar el canto de las aves y observar de cerca especies como jaguares y monos en su bioparque.
Anímate a realizar senderismo en alguno de los recorridos guiados hacia las faldas del Pico de Orizaba, organizados por turoperadores locales.
En cada rincón de la ciudad es posible degustar platillos tradicionales como el chileatole, molotes o pambazo veracruzano, así como propuestas contemporáneas que revalorizan los ingredientes de la región.
Y si tu estancia se extiende, puedes descansar en alguno de sus hoteles o espacios rústicos bien optar por pueblos cercanos como Ixhuatlancillo, Río Blanco o Nogales, que ofrecen tranquilidad y encanto serrano.